Richard Demille Wyckoff

El pionero que descifró la lógica del mercado

Fue uno de los grandes pioneros del análisis técnico moderno. Desde joven mostró una curiosidad natural por los mercados: con apenas 15 años ya trabajaba en una firma de corretaje en Nueva York, y a los 25 dirigía su propia casa de bolsa.

Lo que hizo único a Wyckoff fue su enfoque científico y psicológico del trading. Observó durante años cómo operaban las grandes instituciones —a las que llamó “manos fuertes”— y desarrolló un método para interpretar sus huellas en el precio y el volumen. Así nació el famoso “Método Wyckoff”, una herramienta que hoy sigue siendo fundamental para entender la estructura del mercado.

Además de trader, Wyckoff fue un educador apasionado. Fundó la Magazine of Wall Street, una de las primeras publicaciones financieras de Estados Unidos, y dedicó gran parte de su vida a enseñar a los inversores minoristas cómo operar de forma más inteligente y disciplinada.

Su legado va mucho más allá de las gráficas: nos enseñó que el mercado es un reflejo del comportamiento humano y que entender la lógica detrás del movimiento del precio es más poderoso que seguir señales ciegamente.

💡 Dato curioso: Wyckoff solía decir que el mejor trader no es el que gana más, sino el que comprende por qué el mercado se mueve como lo hace.

El gran oso. El mejor trader de todos los tiempos

La mejor herencia que nos dejó Livermore fue por supuesto la historia de su vida. Debemos decir que era un hombre honorable y honrado que pagaba las deudas que legalmente no debería haber pagado. Por otro lado, era un gran trader que usaba cualquier táctica legal para aumentar sus posibilidades de hacer dinero. Efectivamente, lo cierto es que en lo que sí coinciden tanto sus seguidores como sus detractores, es en el hecho de que era un gran especulador.

Livermore nació en Shrewsbury, Massachusetts en 1877, y se mudó a Acton, Massachusetts, cuando era niño. hijo de un granjero, dejo la escuela en sus primeros años de adolescencia y viajó a Boston donde se convirtió en “Board Boy” (que podríamos traducir como Pizarrero) trabajando para Paine Webber, su trabajo consistía en actualizar los precios de los bonos, acciones y Commodities en una pizarra. Como Livermore escribía todos los cambios en los precios se dio cuenta de que los mismos, a menudo se movían de manera predecible, concluyendo que se podía batir al mercado y de esta forma ganar mucho dinero.

Por aquel entonces, Livermore no ganó el suficiente dinero para operar en acciones, así que empleó la hora del almuerzo para ir a los “Bucket Shops”, que no eran más que casas de apuestas, entre otras cosas, sobre el precio de las acciones y commodities. Allí es donde trató de hacer dinero pronosticando la dirección de los precios tanto de acciones como de materias primas, para hacer 1.000$ cuando tan solo tenía 15 años, cantidad más que considerable en aquella época. Después de ignorar el aviso de su jefe en Paine Webber, de mantenerse al margen de estos establecimientos, Livermore fue despedido.

El “Boy plunger”era ahora un trader a tiempo completo. Tal fue su éxito que le fue prohibida la entrada en los “Buckets Shops” de Boston, por lo que Livermore se fue a la costa Oeste, donde hizo 50.000 $, aunque pronto tuvo que disfrazarse y emplear nombres falsos para evitar las prohibiciones de entrada que también allí le establecieron. Más tarde se marchó a Nueva York, donde con 20 años, Livermore comenzó su carrera como uno de los más grandes operadores de todos los tiempos. En 1906 recibió un consejo de ponerse corto en la compañía “Union Pacific” y lo hizo de manera abrumadora, después el valor empezó a subir colocándose en una situación más que complicada, pero el terremoto de San Francisco provocó el desplome del valor, dejando la cuenta de Livermore con 250.000$ de beneficio. Además de este beneficio, también le enseñó una buena lección sobre los consejos ajenos.

En 1907, se ganó a pulso su reputación de “Bear Raider”, operando siempre del lado bajista del mercado en grandes cantidades. Se dice incluso, que el todo poderoso J. P. Morgan, le mandó mensajes a través de intermediarios para pedirle que redujera su volumen de operativa. William Delbert Gann, en su libro “45 años en Wall Street “Página 117), describe a Livermore como “uno de los traders más espectaculares de su época”. Gann afirmaba que Livermore era un hombre honorable que “pensaba en pagar sus deudas incluso después de ser declarado en quiebra por las autoridades”.

De hecho, Livermore y otros muchos traders e inversores, incluyendo al propio Gann, en una ocasión, perdieron todo su dinero cuando la firma de corretaje “Murray Mitchel and Company” cerró en 1913. Según Gann “en 1917 cuando Livermore regresó e y hizo de nuevo una fortuna, no sólo me devolvió la parte proporcional que perdí, sino que pagó a todos los demás también”. Gann añade “Esto fue algo realmente honorable por lo tanto debido a la honestidad de Livermore, en 1934 cuando estaba en quiebra, le apoyé consiguiendo recopilar fondos de otra gente para dárselos a él. Livermore volvió a operar haciendo dinero una vez más”.

La principal crítica de Gann sobre Livermore era que éste sólo había estudiado para saber cómo hacer dinero, pero no para mantenerlo. Como Gann decía: “él tenía la codicia y la energía necesarias para el éxito, pero cuando tenía una cantidad de dinero considerable, no operaba de forma conservadora. Livermore probaba su propia operativa en el mercado en vez de esperar a que apareciese la tendencia natural que el mercado nos muestra en numerosas ocasiones”. En palabras de Gann, Livermore era un fantástico trader, pero un pésimo gestor monetario.

La mujer que rompe 175 años de tradición en Wall Street

En el mundo bursátil sólo hay cabida para un cierto tipo de personas: las que quieren estar allí. Cuando la tenacidad y la perseverancia rayan en la necedad, y la disciplina junto al trabajo duro se vuelven un mantra, el género no es una barrera.

La Bolsa muchas veces se asocia con los hombres, pero lejos de eso, dentro de ella hay mujeres que han hecho historia.

 

Muriel Siebert es la primera mujer en entrar a la Bolsa de Nueva York (NYSE) como operadora de acciones, pero su entrada al parque bursátil, así como su historia, no son convencionales.

La relación de Siebert con el mercado bursátil comenzó en los años 50 cuando visita por primera vez el NYSE, durante esa década y años posteriores, la única manera de que una mujer ingresara a la Bolsa era como visitante o laborando como secretaria. Las operaciones de corretaje y los puestos directivos eran exclusivos de los varones.

Tras la visita, la idea en Muriel estaba arraigada: ser parte del NYSE, pero como operadora de acciones. Tras ser rechazada en nueve ocasiones, en 1967 Muriel logró comprar su plaza como corredora de Bolsa por cerca de $500,000 dólares. La llegada de la primera mujer a Wall Street era un hecho, el reglamento de aquel entonces no prohibía comprar su lugar y hacer lo mismo que hacían los hombres en ese negocio. Así, 175 años de exclusividad de género habían terminado.

 

El recibimiento de Muriel por sus ahora compañeros fue en pocas palabras inexistente, resaltando las vivencias de las mujeres en el entorno laboral de los Estados Unidos, donde la discriminación abierta y sutil eran una constante.

Siebert literalmente nadó contracorriente, peleó porque su voz y la de otras mujeres se escucharan en un negocio dominado por hombres.

La habilidad numérica y sobre todo el deseo por aprender el negocio, llevó a Muriel a abrir su propia firma de corretaje sólo dos años después de haber ingresado al NYSE (Muriel Siebert & Company), con ello, se convirtió en la primera mujer en todos los Estados Unidos en tener una compañía de ese tipo.

La carrera de ‘Mickie’, como ahora le llamaban sus colegas en el medio, no sólo se limitó al ámbito bursátil, en 1977 dejó de dirigir su empresa para desempeñarse como la primera mujer superintendente de la banca de Nueva York, logrando buenos resultados en tiempos turbulentos para la industria.

Siebert murió en 2013 a los 84 años, pero su legado aún sigue vivo.

En 2017, por primera vez en sus 122 años de historia, la Bolsa de Comercio de Santiago (Chile) tendrá una mujer como directora: Jeannette von Wolfersdorff. O qué decir de Sarah Al Suhaimi, quien dirige un banco en Arabia Saudita y se perfila para ser la presidenta de la bolsa de valores de ese país.